ad salutem per oleum
o, a la salud por el aceite
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Para los antiguos pueblos mediterráneos, la medicina, la higiene y la cosmética formaban un todo en el que el aceite de oliva tenía un papel primordial como ingrediente de multitud de ungüentos, pócimas, mixturas, bálsamos y perfumes.
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En la actualidad, los efectos saludables del consumo de aceite de oliva están respaldados por gran número de investigaciones científicas.
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El valor terapéutico del aceite de oliva deriva de su equilibrada composición de ácidos grasos, que se encuentran en una proporción ideal para el organismo. Otras propiedades beneficiosas proceden de sus componentes menores, que tienen un gran poder antioxidante.
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Se atribuye al aceite de oliva la capacidad de reducir los niveles de colesterol malo y mantener los niveles de colesterol bueno, lo que ayuda a prevenir la arterioesclerosis. También contribuye a prevenir la hipertensión arterial (o sea, que es bueno para el corazón) y la aparición de ciertos tipos de cáncer.
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Por su alto contenido en ácido oleico, es también el aceite mejor tolerado por el estómago y parece tener efectos positivos sobre la gastritis y las úlceras gástricas. Dos cucharadas pequeñas en ayunas ayudan, además, a combatir el estreñimiento.
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Es muy recomendable en la dieta infantil ya que favorece la mineralización y desarrollo de los huesos y también en la de las personas mayores, puesto que los antioxidantes naturales actúan como un mecanismo de defensa frente a los procesos oxidativos.
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Como antaño, el aceite de oliva sigue siendo, además, ingrediente esencial de muchos productos cosméticos por sus beneficiosos efectos para la salud y en particular para la belleza de nuestra piel y de nuestro cabello.
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[Santiago Botas, ES, 16 de febrero de 2008]
